Curadoras

Agradecimientos

Esta exposición no hubiera sido posible sin la guía de Beatriz Berndt León Mariscal y Gustavo Luna, agradecemos su entrega a la educación y el contagiarnos de su pasión. Al comité del Foro R-38, Quetzalli García, Diana Laura Gallardo, Citlali Ortega, Irene Alfaro, por unas veces ser nuestros espejos y otras crear con nosotras. A las personas a nuestro alrededor que nos han apapachado, cuidado, amado, acariciado y también agradecemos todos los abrazos y los momentos cálidos así como el olor a pan, suavitel y té de jengibre en nuestros hogares.

Ivana Melgoza fue una pelucita en su vida pasada, le gustan las nubes, las piedras, las fotos de perritos, el sol, dormir siestas de cuatro horas por las tardes, los bloques de hielo derritiéndose en las calles de la ciudad y leer en los asientos del lado derecho del metrobús. Su lugar feliz es la Biblioteca Vasconcelos y el pan. Llora con los objetos miniatura, prefiere el calor al frío, tiene miedo a las alturas, le cuesta cruzar la calle y extraña ir al Cine Morelos.

Mariana Claudón era lacia de pequeña, pero por generación espontánea le salieron chinos. Le gusta observar el árbol que tiene enfrente de su habitación y escuchar a los pajaritos cantar. Se siente orgullosa por ser la señora de las plantas, aunque se pone chipil cuando ve que alguna de sus plantitas está triste. Aunque su misión en la vida es encontrar el mejor helado de chocolate, su favorito es el de fresas con albahaca de la París. Sueña con viajar a Miramar para sentir a Maximiliano un poquito más cerca.

Salma Austria nació en el ombligo del mundo un día frío, desde corta edad incursionó en el canto y se ha vuelto un ídolo nacional en las fiestas familiares; además del canto, algunas de sus pasiones son bailar mal las cumbias, teorizar sobre los vínculos amorosos, reír de sus propios chistes, el cafecito con leche a cualquier hora del día y andar en bici hasta el cuerpo de agua más cercano.

Scarlet Osnaya es peli-rosa natural, sus días favoritos son en los que puede caminar por horas entre las calles, aún se sorprende de cómo los afectos pueden quedar guardados entre los hilos, ha perdido el miedo a decir en voz alta que le gusta el reggaetón, sueña con vivir cerca de un lago donde haga mucho frío, para así poder sumergirse entre el hielo en invierno, estos últimos meses ha estado aprendiendo a hacer pan y a eso de amar bonito.